La Santa Dinero

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2010

jueves, 28 de julio de 2011

HILVANANDO CIELOS (Paco Zarzoso)


Hilvanando cielos

Impecables actuaciones, entre la devastación y el silencio

Domingo 03 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
Texto y dirección : Paco Zarzoso. Intérpretes : Luis Campos, César Bordón, Eugenia Alonso, Ximena Baus y Sofia Palomino. Ambientación y diseño sonoro: Iván Grigoriev. Vestuario : Anibal Duarte. Luces: Leandra Rodríguez. Escenografía : Gabriel Caputo. Asistente de dirección: Ticiana Tomasi. Sala : Cunill Cabanellas, del Teatro San Martín. Duración : 70 minutos
Nuestra opinión: muy buena
"Cordelia mía... qué fin del mundo más torpe nos ha tocado vivir..., qué fin del mundo", le dice hacia el final de la obra el Abuelo a su nieta, a quien ve como Rey Lear a su hija dilecta. Precisamente es ese momento en el que el español Paco Zarzoso instala su Hilvanando cielos . Es ese impensado momento el que vive una familia que se abroqueló en su casa de campo para esperar el apocalipsis. Un abuelo, un padre, una madre, una hija y una vecina narran el final desencantado de sus propias historias. Ya nada importa, o importa de otro modo.
Será por eso que Zarzoso concibió -junto al escenógrafo Gabriel Caputo y la iluminadora Leandra Rodríguez- un espacio tan bucólico, en el que parecería no pasar el tiempo, en el que la luz, los sonidos, los aromas (imaginables) hablan de una quietud anestésica. Algo de Chejov hay en el aire, en la espera de estos personajes que parecerían, sin embargo, esperar algo más que el final. De contraposiciones está armada esta trama en la que se enfrenta lo civilizado y lo bárbaro, lo clásico y lo contemporáneo, la vida y la muerte, la risa y el llanto.
Una gran metáfora ésta la del fin del mundo, que ayuda al dramaturgo y director español a sacar a la luz las tragedias personales de estos seres que emanan soledad, locura y, a pesar de todo, mucha tibieza. Los dos hombres de la familia son actores, uno ya retirado, gran intérprete de teatro clásico; el más joven, figura transitoria de la televisión; la madre, arquitecta de edificios soñados; la hija, un proyecto tristemente inacabado. Emociones fuertes, extremas, son las que viven y sufren estos personajes; también la vecina, sorpresiva visita que no agrega más que desolación.
Con bellísimos textos se va desandando esta historia y con mejores actuaciones. Sin dudas la dupla que arman abuelo y nieta, Luis Campos y la jovencísima Sofía Palomino, se lleva las de ganar. Entre los dos le dan vida a un vínculo riquísimo al que le han sabido encontrar giros, sutilezas, un tremendo encanto sin caer en desmesuras emotivas ni clishés. Sus personajes tienen oscuridad y ellos se la permiten. Y también está la pareja rota y dolorida de César Bordón y Eugenia Alonso que ya no esconde nada porque ya no hay nada que los una. Sólo vacío y soledad.
Más allá de lo que parece, de la devastación y el silencio, la obra de Zarzoso -que inicia así el promisorio ciclo que invita a directores extranjeros a trabajar con actores argentinos- genera una sosegada, sedativa y amable tranquilidad, una buena manera de esperar que acabe todo.
Verónica Pagés

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