La Santa Dinero

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2010

viernes, 29 de julio de 2011

ALEMANIA, de Nacho Ciatti (crìtica Àmbito Financiero 28-07-2011)

Por: Patricia Espinosa Rodeado por otros tres buenos intérpretes, Iván Moschner ofrece una actuación antológica en la pieza del joven director Nacho Ciatti cuya sencilla trama lleva a concentrar toda la atención en el juego actoral. «Alemania» Dramaturgia y Dir.: N. Ciatti. Int.: I. MoschE. Alonso, M. Noher, G.Botto, F. Zothner. Mús. Orig.: N. Ciatti, A. Haksten. Esc.: M. Tirantte. Vest.: G. Fernández. Dis. Luces: M. Sendón. (Teatro Anfitrión). Como si nada hubiera pasado, un escritor regresa de Europa veinte después de haber abandonado a su mujer y a sus dos hijos. Con algún que otro reproche, éstos le dan la bienvenida y el hombre se instala rápidamente en su antigua cama matrimonial. En su infinito egoísmo se conduce como amo y señor sin percibir que sus tres subordinados tienen un plan oculto para cobrarle en metálico tanta ausencia y descuido. El tono de humorada que sobrevuela esta pieza del joven director Nacho Ciatti, y su sencilla trama argumental, llevan a concentrar toda la atención en el juego actoral. Aunque en escena conviven diversos estilos de actuación, todos son funcionales y generan una dinámica vincular más atrayente que la que sugiere el texto dramático. Eugenia Alonso compone a una madre patética que no le teme al ridículo y que pese a su resentimiento sueña con recuperar el amor de su marido. El hijo mayor (a cargo de Michel Noher) es el más serio de la familia y oculta su desamparo bajo una coraza fácil de resquebrajar. Y el hijo menor (Guido Botto Fiora) tiene el encanto de un niño cuando se entrega con total inocencia a los ambiguos juegos de su padre. En el rol de pater familias huidizo, Iván Moschner brinda una actuación antológica. Su personaje moviliza a todos los demás con una gran fuerza centrípeta que el actor subraya con su extraordinario compromiso físico. Además, genera situaciones muy lúdicas, se atreve al delirio y brinda una sorpresa tras otra con sus cambios de máscaras y el despliegue de una personalidad múltiple. Moschner compone a un escritor engreído por las pretensiones de su oficio, que se las da de patriarca cuando es incapaz de asumir la más mínima responsabilidad con respecto a sus hijos. Caprichoso como una criatura sólo vuelve al redil para obturar el vacío de una pérdida amorosa que lo dejó viudo en plena luna de miel. Los planes contra él fracasan, pero no por la torpeza de los confabuladores ni por la astucia de éste. Es su falsa promesa de amor (hacia sus hijos y hacia su ex mujer) la que confunde adhesiones y odios. Vale la pena atender a este subtexto que le da un sentido más pleno al inesperado desenlace. Entre escena y escena, el cuarteto de cuerdas Edelweiss ejecuta varias melodías que parecen evocar un paraíso perdido. Agrandar Texto Achicar Texto Enviar por mail Formato de Impresión Compartir

jueves, 28 de julio de 2011

Diálogos fundamentales del Bicentenario - Trailer

ALEMANIA, de Nacho Ciatti

Texto y dirección: Nacho Ciatti. Interpretes: Ivan Moschner, Eugenia Alonso, Michel Noher, Guido Botto Fiora y Florencia Zothner Ciatti. Diseño de vestuario: Gabriela Fernandez. Escenografía: Mariana Tirantte. Iluminación: Matias Sendon. Maquillaje: Emanuel Miño. Directora asistente: Gaby Pastor. Música original: Nacho Ciatti y Alan Haksten. Sala: Anfitrión (Venezuela 3340). Funciones: Viernes, a las 23.30. Duración: 80 minutos. Nuestra opinión: excelente. Un padre que regresa a su casa después de 17 años. Una madre y dos hijos que, sin dudas, no lo esperaban. Pero se adaptan a ese regreso y hasta arman una patraña para sacarle dinero. Ellos, en su ausencia, han construido unos lazos familiares alternativos, eso se nota. Pero, lo que también se nota, es que se trata de tres seres que se han sostenido alimentando una relación de amor muy especial. Ese hombre que vuelve debe pagar por ausentarse. El tiene dinero y hay que sacárselo. En ese proceso, la mamá y sus dos hijos, dejan al descubierto quienes son realmente. Y eso es lo más interesante de este texto del joven autor y director Nacho Ciatti. Un material dramático sumamente atractivo, que él hace crecer desde la dirección de actores, fortaleciendo a cada uno de los personajes y de una forma muy inquietante. Alemania es un espectáculo muy potente teatralmente. Las situaciones son breves pero, a través de cada una de ellas, el espectador irá descubriendo la personalidad de cuatro seres muy débiles. El padre, la madre y el hijo mayor (en la función que vio este cronista Ciatti reemplazaba a Michel Noher) rozan lo siniestro. En tanto el hijo menor -que no llegó a conocer a su padre porque éste se fue a vivir con otra mujer a Alemania- intenta todo el tiempo separarse de ese mundo. Como si en verdad esa nueva generación resulte el recambio necesario para una nueva construcción familiar. Es cierto, el joven es ingenuo, aniñado, pero algo tiene claro: la verdad se busca con otros valores. Un muy potente elenco da vida a esas criaturas y descubre en cada uno de esos personajes unos gestos, unas actitudes, una manera de ser, que adquieren una credibilidad notable. Son tan verdaderos como increíbles. Hasta sus pequeños actos resultan asombrosos. Indudablemente, Ciatti conoce muy bien los resortes del teatro y encuentra en este equipo de intérpretes a sus mejores aliados. Un cuarteto de cuerdas en escena (Edelweiss) cierra cada una de las situaciones aportando también una certera dramaticidad. Alemania es una experiencia muy intensa desde lo teatral, en la que Moschner, Alonso, Botto Fiora y en esta función el mismo Ciatti, dan cuenta de una muy valorable labor de equipo. Hay en ellos una fuerte disposición a investigar a fondo ese juego que sólo los buenos actores pueden arriesgarse a potenciar. Carlos Pacheco

HILVANANDO CIELOS (Paco Zarzoso)


Hilvanando cielos

Impecables actuaciones, entre la devastación y el silencio

Domingo 03 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
Texto y dirección : Paco Zarzoso. Intérpretes : Luis Campos, César Bordón, Eugenia Alonso, Ximena Baus y Sofia Palomino. Ambientación y diseño sonoro: Iván Grigoriev. Vestuario : Anibal Duarte. Luces: Leandra Rodríguez. Escenografía : Gabriel Caputo. Asistente de dirección: Ticiana Tomasi. Sala : Cunill Cabanellas, del Teatro San Martín. Duración : 70 minutos
Nuestra opinión: muy buena
"Cordelia mía... qué fin del mundo más torpe nos ha tocado vivir..., qué fin del mundo", le dice hacia el final de la obra el Abuelo a su nieta, a quien ve como Rey Lear a su hija dilecta. Precisamente es ese momento en el que el español Paco Zarzoso instala su Hilvanando cielos . Es ese impensado momento el que vive una familia que se abroqueló en su casa de campo para esperar el apocalipsis. Un abuelo, un padre, una madre, una hija y una vecina narran el final desencantado de sus propias historias. Ya nada importa, o importa de otro modo.
Será por eso que Zarzoso concibió -junto al escenógrafo Gabriel Caputo y la iluminadora Leandra Rodríguez- un espacio tan bucólico, en el que parecería no pasar el tiempo, en el que la luz, los sonidos, los aromas (imaginables) hablan de una quietud anestésica. Algo de Chejov hay en el aire, en la espera de estos personajes que parecerían, sin embargo, esperar algo más que el final. De contraposiciones está armada esta trama en la que se enfrenta lo civilizado y lo bárbaro, lo clásico y lo contemporáneo, la vida y la muerte, la risa y el llanto.
Una gran metáfora ésta la del fin del mundo, que ayuda al dramaturgo y director español a sacar a la luz las tragedias personales de estos seres que emanan soledad, locura y, a pesar de todo, mucha tibieza. Los dos hombres de la familia son actores, uno ya retirado, gran intérprete de teatro clásico; el más joven, figura transitoria de la televisión; la madre, arquitecta de edificios soñados; la hija, un proyecto tristemente inacabado. Emociones fuertes, extremas, son las que viven y sufren estos personajes; también la vecina, sorpresiva visita que no agrega más que desolación.
Con bellísimos textos se va desandando esta historia y con mejores actuaciones. Sin dudas la dupla que arman abuelo y nieta, Luis Campos y la jovencísima Sofía Palomino, se lleva las de ganar. Entre los dos le dan vida a un vínculo riquísimo al que le han sabido encontrar giros, sutilezas, un tremendo encanto sin caer en desmesuras emotivas ni clishés. Sus personajes tienen oscuridad y ellos se la permiten. Y también está la pareja rota y dolorida de César Bordón y Eugenia Alonso que ya no esconde nada porque ya no hay nada que los una. Sólo vacío y soledad.
Más allá de lo que parece, de la devastación y el silencio, la obra de Zarzoso -que inicia así el promisorio ciclo que invita a directores extranjeros a trabajar con actores argentinos- genera una sosegada, sedativa y amable tranquilidad, una buena manera de esperar que acabe todo.
Verónica Pagés